AUTOR: Luis Colmenares Díaz.
El 24 de noviembre de 1948 llegaba al Ministerio de la Defensa el coronel Sam Adams, agregado militar de la embajada de Estados Unidos en Caracas; iba a dirigir el derrocamiento del gobierno de Rómulo Gallegos, elegido meses antes por votación popular.
Era el segundo cuartelazo en tres años. El primero fue en 1945 para derrocar a Isaias Medina Angarita y lo dirigió el partido Acción Democrática junto con lo que entonces se convino en llamar la Joven Oficialidad del Ejército Nacional.
En 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial, de la que el imperialismo Yanqui salió cojitranco, a pesar de sus cuantiosas ganancias en el conflicto. Varios países se liberaron de viejas dominaciones y escogieron la via del socialismo. El mundo socialista creció notablemente, hasta abarcar casi la mitad de la población mundial. Otros países coloniales y semicoloniales iniciaron su lucha por la independencia.
A consecuencias de la segunda guerra los mercados imperialistas se redujeron. Los gobiernos sumados en mayor o menor grado a las corrientes nacionalistas y a la defensa de los trabajadores, no le convenían al imperialismo y los substituyó por dictaduras, colaborando en ello las clases dominantes de los países donde existían esos gobiernos. Los regímenes de fuerza liquidarían las conquistas de los trabajadores, producirían ganancias fantásticas a los monopolios internacionales y ofrecerían "zonas estratégicas" de donde pudieran extraerse a precios ínfimos, a veces como regalo, las materias primas necesarias a la guerra fría. Medina cayó a poco de terminar el segundo conflicto mundial y le siguieron otros gobernantes liberales. América se convirtió en nido de dictadores. Lo mismo ocurrió en otras regiones vinculadas a la "estrategia occidental".
El nuevo régimen fue una estación: las fuerzas reaccionarias, en repliegue bajo Medina, se reorganizaron y tomaron posiciones claves para ulteriores acciones. El nuevo régimen fue un espectáculo: una derecha "técnica" aparecía en la escena nacional rivalizando con la derecha "primitiva" de los cuarteles.
Cuando la Junta Provisoria de Gobierno entregó el poder a Rómulo Gallegos, en realidad lo entregó a una selección de golpistas de 1945, constituida y organizada en los cuarteles y los ministerios al amparo de las concesiones del régimen. Poco podía hacer el nuevo Presidente. De otra parte, el voto que le llevó a Miraflores polemizaba peligrosamente debido al "paralelismo sindical" que su partido introdujo en las organizaciones obreras.
Divididos los sindicatos y especulada por la reacción los desaciertos y vacilaciones del gobierno, la embajada de Estados Unidos le dió a Pérez Jiménez la orden de avanzar. Y lo hizo a tambor batiente. La huelga general convocada para cerrarle el paso, no pudo efectuarse. El coronel Adams se anotó un golpe record. En pocas horas el gobierno dejó de existir y su puesto lo tomó la dictadura con las banderas de costumbre: Dios, religión, orden, mundo libre, anticomunismo y otras de universal descrédito.