PRÓLOGO DEL AUTOR
El directorio de inquisidores, cuyo estracto ofrecemos al público le compuso el inquisidor general de Aragon, Nicolao Eyinerico, á la mitad del siglo XIV, y dirigió su obra á sus colegas los inquisidores, en cumplimiento de la autoridad de su cargo.
Estimado este libro en las inquisiciones que le conservaron manuscrito con el mayor esmero, sirvió desde entonces como regla de práctica, y código criminal. Poco despues de la invencion de la imprenta se hizo una impresion en Barcelona, que en breve se esparció por todas las inquisiciones del orbe cristiano. El universal aprecio con que se miró esta obra obligó á Francisco Pena, Doctor en Cánones; y Teología, á reimprimirle en Roma en 1558, en un tomo en folio con escolios y comentarios. Los siguientes trozos de la dedicatoria} darán idea del aprecio en que era tenida leu obra de Eymerico.
"Mientras que en todas partes se afanan los príncipes cristianos en combatir con las armas a los enemigos de la fé católica, vertiendo la sangre de sus soldados por sustentar la unidad de la iglesia, y la autoridad de la sede apostólica, tambien se encuentran escritores que movidos de su zelo se consagran á refutar las opiniones de los innovadores, ó á invocar y armar la potestad de las leyes contra sus personas, para que escarmentados con lo rigoroso de los castigos, y lo esquisito de los suplicios, se arredren con el miedo, cuando nada puede con ellos el amor de lo bueno. Puesto que entre los defensores de la religion sea yo uno de los postreros, todavía me alienta el mismo zelo á enfrenar la osadía y horrenda perversidad de los impíos innovadores, verdad que abona este fruto de mis desvelos sobre el directorio de inquisidores; obra de Nicolao Eymerico, respetable por su antigüedad, y que contiene en compendio los principales dogmas de la fé, y una instruccion regular y metódica para los tribunales de la santa inquisicion acerca de los medios de que se han de valer para el escarmiento y estirpacion de los hereges. Asi he creído que debía este hornenage á Vuestra Santidad, como cabeza de la republica cristiana."